Hoy voy a hablar de algo muy importante que frecuentemente no se tiene en cuenta: las emociones. Reconocerlas, Aceptarlas y Expresarlas son tres cosas que muchas veces damos por hecho que hacemos, pero que por ser algo tan obvio se nos suele olvidar. Si ya de por sí son importantes para cualquier persona, para un inmigrante lo son especialmente. A continuación les cuento porqué:
Cuando un
inmigrante deja su país de origen se enfrenta a un sinfín de cambios, muchos de
los cuales se espera y muchos otros que aparecen por el camino por sorpresa.
Algunos cambios traen consigo emociones que son placenteras: felicidad, euforia,
sentimiento de logro; otros sin embargo
traen consigo emociones menos gratas: tristeza, nostalgia, frustración,
sentimiento de ser diferente. Sentir cada emoción es legítimo y posible, ¿cuál
es entonces el problema?
Normalmente
escucho a los pacientes quejarse de esta inyección de adrenalina que hace que
la persona se sienta como en una montaña rusa de emociones. Casi todos los
pacientes coinciden en que se esperaban estos sentimientos tan dispares, pero
que lo que les afecta más no son tanto los sentimientos sino el transcurso de las emociones a lo largo del
tiempo. El inmigrante puede pasar de estar un día eufórico y contento
porque ha conseguido alguna de las metas que se había propuesto, a levantarse al día siguiente, mirar la fecha
en el calendario y sentirse totalmente nostálgico y abatido porque es el cumpleaños de su hermana y no puede
estar en su país de origen celebrándolo con ella. Es decir, que la persona pasa
de estar en lo alto de la montaña rusa a estar en el extremo opuesto. Estas idas
y venidas de las emociones, dificultan los tres pasos que mencioné
anteriormente: reconocerlas, aceptarlas y expresarlas. Porque cuando se
pasa de la euforia a la tristeza, o del sentimiento de logro al de frustración,
no hay tiempo para elaborar cada emoción por separado. Si no se puede digerir cada
sentimiento, entonces se empiezan a mezclar y pasado un tiempo el inmigrante se
siente confundido, desorientado en cuanto a su reloj emocional y totalmente
perdido respecto a lo que siente. Por eso es muy importante que antes de llegar
a este punto el inmigrante “practique” como elaborar sus emociones (ya que la
solución a muchos problemas está en simplemente hacerles caso). Y ¿cómo se hace
eso? Nuevamente no hay una fórmula mágica, y la terapia muchas veces se centra
en trabajar con los pacientes en asimilar y elaborar lo que sienten, pero aquí
os voy a dar algunos trucos muy básicos que pueden servir para empezar a
hacerle caso antes de ir a terapia.
Reconocerlas:
Para poder
reconocer cualquier cosa, primero tenemos que conocerla. Es decir, para
reconocer cuál es el sentimiento de tristeza, tengo que conocer que es la
tristeza. Puede parecer algo muy obvio, y es probable que muchos de los que
están leyendo conozcan la mayoría de emociones, sin embargo, hay mucha gente que
no aprendió de pequeño a identificar cada emoción – el aprendizaje de las
emociones lo hacen los padres a través de la forma que ellos tienen de
reconocerlas y expresarlas … pero este es otro tema, mucho más
largo -. Pues bien, ¿Cómo las identificamos? Podemos agarrar un papel A4 y
escribir todas las emociones que creemos que conocemos y todas aquellas que no
tenemos muy claro si conocemos o no. Cuando hemos acabado la lista, empezamos
por la primera que hemos puesto, por ejemplo: Impotencia. Y nos preguntamos:
¿Qué siento físicamente cuando me siento impotente? ¿Cómo reacciono cuando me
siento impotente? ¿Siento alguna dolencia? ¿realizo algún movimiento o hago
algo en particular? Cuando respondemos a esas preguntas lo escribimos al lado de la emoción, y así
será más fácil reconocerla. Esa es una forma de hacerlo, pero también podemos
hacerlo al revés, sólo que nos llevará algo más de tiempo porque tendremos que
esperar a sentir cada emoción. Por ejemplo, un día te encuentras mal y no sabes
decir el porqué o como te sientes. Es ahí cuando hay que agarrar el papel y
preguntarse: ¿qué siento? ¿siento algo físico? ¿tengo algún dolor? ¿me late el
pulso más rápido? ¿tengo alguna reacción? ¿estoy llorando? ¿estoy sin fuerzas?
¿me falta energía? ¿estoy saltando? ¿estoy corriendo? ¿sonrío? etc. Después de
hacerte todas las preguntas necesarias para identificar la emoción buscas en la
lista que palabra pega con todas tus respuestas. Esta segunda forma la
encuentro yo más práctica y realista, porque no vamos de la razón a la emoción,
sino de la emoción a la razón, y suele ser más acertada. .
Aceptarlas:
También es muy
importante tener la capacidad de aceptar las emociones. La gente suele aceptar
fácilmente aquellas que son positivas, no tienen ningún reparo en decir que
están felices, o que se encuentran muy satisfechos, o que han logrado algo.
Sin embargo, si les resulta complicado aceptar las emociones negativas. A nadie
le gusta decir que está triste, o que se siente desmotivado, porque aceptar
eso, tiene un significado peyorativo en la sociedad, ya que las asociamos con debilidad. Pero, desde mi punto de vista, no es más débil quien acepta y legitima sus emociones, sino aquellas personas que las esconden, por miedo a parecer débil. La gente no se da cuenta que aceptando lo que uno siente, se puede poner
solución de manera rápida a lo que le está pasando. Sin embargo, si escondemos
esa emoción, si la enterramos lo más profundo que podamos, estamos ayudando a
que esa emoción crezca más fuerte en nuestro interior y que sea más difícil
poder digerirla. Porque cuanto más enterrada esté, más complicado nos será realizar
el siguiente paso: expresarla.
Expresarlas
Expresar las
emociones es el último paso que nos ayudará a estar más tranquilo con nosotros
mismos y nos evitará hacer de un pequeño problema uno muy grande. Pero, ¿qué significa expresar las emociones?
Aunque en la práctica es uno de los pasos más difíciles de hacer, en la teoría
es muy sencillo. Se trata de decir en voz alta como nos sentimos y qué nos hace
sentir así, a la pareja, a la familia, a los amigos y a todas aquellas personas
con quienes queramos compartir esa emoción. Al decirlas en alto, significa que
hemos superado los dos pasos anteriores, y ayudará a la relación que se tenga
con la persona a la que se le dice el sentimiento. Ser sincero con las personas
que queremos y con quienes convivimos, es el camino más corto para una buen
armonía familiar y de pareja.
Bueno lectores,
eso es todo por hoy. Espero que les haya servido para plantearse al menos la
importancia de las emociones y como empezar a trabajar con ellas. Como dicen
aquí en Austria: Übung macht den Meister (la práctica hace al maestro)
Auf Wiedersehen! Y hasta la próxima!