Muchos
inmigrantes se preguntan cuánto tiempo ha de pasar hasta encontrarse integrados
y cómodos en una cultura diferente, con otra lengua y alejados de sus seres
queridos. Como tantas otras preguntas que me llegan a terapia, no puedo
responder con un número concreto ni decir exactamente el tiempo que necesitan
las personas para su proceso de adaptación, ya que también depende de todos los
factores explicados en las entradas anteriores. Pero lo que sí puedo exponer en
este post son algunos detalles a los que estar atentos para poder identificar
con rapidez si realmente debería acudir a un psicólogo o si lo que está
pasándole a la persona es que aún está adaptándose al país de destino.
Aquí me toca
hablar pues del conocido “Síndrome de Ulises” llamado también “El síndrome del
inmigrante con estrés crónico y múltiple”. Ya que si no se conocen los síntomas,
el inmigrante puede ser mal diagnosticado con otros trastornos como depresión,
trastorno adaptativo, ansiedad generalizada o incluso algunos trastornos
psicóticos. De ahí mi insistencia en comprender al inmigrante en su totalidad y no sólo a través de
síntomas aislados que hacen que otros profesionales puedan llegar a
conclusiones diferentes (médico de cabecera, neurólogo, psiquiatra).
El síndrome de
Ulises, nombrado así por el héroe griego de la Odisea – que pasó por muchas
aventuras y desventuras – es un cuadro variopinto con una base ansiosa ya que tanto
el inmigrante como Ulises tuvieron que, por una parte sufrir con mucho estrés
durante un tiempo prolongado, y por otro lado reaccionar a dicho estrés hasta
que su propio organismo empezó a expresarse a través de síntomas.
Cuando tengamos
los siguientes síntomas durante más de dos años ATENTOS! :
- Tristeza y
llanto: la persona – que
recalco, NO tiene un trastorno depresivo
– siente nostalgia y expresa que está triste. Este sentimiento se relaciona con
los duelos que se han podido enquistar en el camino*. Además el inmigrante
expresa su dolor muchas veces a través del llanto. Llorar proporciona placer
porque relaja y hace que secretemos adrenalina y noradrenalina
(neurotransmisores del cerebro). Añado
aquí, que no todos los inmigrantes lloran físicamente hablando, ya que muchos
comentan en sesión que lloran por dentro o que se les cae agua de los ojos,
pero en definitiva, la tristeza y el llanto se encuentran entre los síntomas
que presenta la persona con Síndrome de Ulises.
*Hablaremos de los diferentes duelos y de sus complicaciones en otro post. - Preocupaciones,
tensiones e irritabilidad: al inmigrante le surgen muchas preocupaciones relacionado con problemas
que sólo tienen este tipo de población. Es decir, la preocupación por no poder
expresarse o que no le entiendan, la preocupación de no encontrar trabajo por su
condición de extranjero, la preocupación – en caso de madres que han dejado a
sus hijos en el país de origen – por aquellos hijos que están creciendo sin
ella, la preocupación por mandar dinero a los familiares e intentar subsistir con lo que les queda en el país de acogida, y
muchas otras preocupaciones más que resultaría muy largo enumerar, favorecen que aparezca una gran tensión en
este tipo de pacientes y que debido a ello, por ejemplo, aparezca insomnio o
dificultad para conciliar o mantener el sueño. Como dije al principio, una
persona inmigrante puede sufrir de insomnio como síntoma aislado, y se le puede
diagnosticar insomnio y tratar de ello, pero tanto el profesional como la
persona debe estar atento al resto de sintomatología y al inmigrante en su
totalidad.
- Somatización*:
cefaleas, migrañas y fatiga: los fuertes dolores de cabeza – como expuse en el post anterior – son otra
forma de expresar un malestar o una dificultad a la hora de adaptarse y van asociados a las preocupaciones
recurrentes e intrusivas que el inmigrante sufre. Todas esas preocupaciones se acumulan tensionando
los músculos de la frente y constriñendo los vasos del cerebro, creando así un
dolor muy intenso.
Además de los dolores, el cuerpo avisa a la persona cuán mal está emocionalmente a través de la fatiga, del gran cansancio que sienten. Estar bajo la influencia de tanto estrés, con las emociones a flor de piel elaborando un duelo y sumado a las preocupaciones recurrentes e intensas en la cabeza, se comprende que el cuerpo llegue a un límite y se sienta completamente fatigado, ya que estar a la defensiva y en posición de lucha continua desgasta hasta el organismo más saludable.
*Somatizar: convertir de forma inconsciente un trastorno psíquico en una dolencia física. - Confusión*: este síntoma no es de los más frecuentes porque
al hablar de transculturalidad, perdemos perspectiva sobre lo que es confusión
y lo que es la realidad según esa cultura. Pero, brevemente, este síntoma aparecería
en forma de dificultad a la hora de concentrarse, de recordar aspectos del
pasado, de situarse geográficamente de forma acertada, o de situarse incluso
temporalmente.
Pero, además puede suceder que la confusión venga más vinculada al sentimiento de “invisibilidad” que padece el inmigrante en el país de acogida. Este hecho se refiere a que el inmigrante intenta pasar desapercibido para evitar ser detenido. Como dijo Ulises “ …. Me preguntas Cíclope cuál es mi nombre, (…) voy a decírtelo, mi nombre es Nadie, y Nadie me llaman todos…” (Odisea, Canto IX, 360). Parece bastante claro que si la persona quiere pasar desapercibida y ser invisible para evitar ciertos riesgos, es decir, se llame y sea “Nadie”, le resultará muy complicado identificarse con una identidad (valga la redundancia), quererse a sí mismo y poder integrarse en la sociedad elegida.
*Es importante escuchar al inmigrante globalmente, sin centrarnos en un síntoma, pues si nos centraramos en el confusional podríamos caer en diagnosticar erróneamente un trastorno psicótico
Podéis escribirme dudas y realizar preguntas que estaré encantada de responder. También son bienvenidas otras experiencias personales, pues en este espacio hay sitio para todos.
Les adelanto que el siguiente post se centrará en los niños y adolescentes, y en su forma de expresar que suele ser ligramente diferente a la de los adultos.
Nos vemos!