miércoles, 25 de septiembre de 2013

Llevo dos años en Austria y sigo sintiéndome como al llegar…. S.O.S: ¡¿cuándo acudir a un psicólogo?!

Muchos inmigrantes se preguntan cuánto tiempo ha de pasar hasta encontrarse integrados y cómodos en una cultura diferente, con otra lengua y alejados de sus seres queridos. Como tantas otras preguntas que me llegan a terapia, no puedo responder con un número concreto ni decir exactamente el tiempo que necesitan las personas para su proceso de adaptación, ya que también depende de todos los factores explicados en las entradas anteriores. Pero lo que sí puedo exponer en este post son algunos detalles a los que estar atentos para poder identificar con rapidez si realmente debería acudir a un psicólogo o si lo que está pasándole a la persona es que aún está adaptándose al país de destino. 

Aquí me toca hablar pues del conocido “Síndrome de Ulises” llamado también “El síndrome del inmigrante con estrés crónico y múltiple”. Ya que si no se conocen los síntomas, el inmigrante puede ser mal diagnosticado con otros trastornos como depresión, trastorno adaptativo, ansiedad generalizada o incluso algunos trastornos psicóticos. De ahí mi insistencia en comprender al inmigrante en su totalidad y no sólo a través de síntomas aislados que hacen que otros profesionales puedan llegar a conclusiones diferentes (médico de cabecera, neurólogo, psiquiatra). 

El síndrome de Ulises, nombrado así por el héroe griego de la Odisea – que pasó por muchas aventuras y desventuras – es un cuadro variopinto con una base ansiosa ya que tanto el inmigrante como Ulises tuvieron que, por una parte sufrir con mucho estrés durante un tiempo prolongado, y por otro lado reaccionar a dicho estrés hasta que su propio organismo empezó a expresarse a través de síntomas. 

Cuando tengamos los siguientes síntomas durante más de dos años ATENTOS! :

  1. Tristeza y llanto: la persona – que recalco, NO tiene un trastorno depresivo – siente nostalgia y expresa que está triste. Este sentimiento se relaciona con los duelos que se han podido enquistar en el camino*. Además el inmigrante expresa su dolor muchas veces a través del llanto. Llorar proporciona placer porque relaja y hace que secretemos adrenalina y noradrenalina (neurotransmisores del cerebro).  Añado aquí, que no todos los inmigrantes lloran físicamente hablando, ya que muchos comentan en sesión que lloran por dentro o que se les cae agua de los ojos, pero en definitiva, la tristeza y el llanto se encuentran entre los síntomas que presenta la persona con Síndrome de Ulises.
    *Hablaremos de los diferentes duelos y de sus complicaciones en otro post.

  2.  Preocupaciones, tensiones e irritabilidad: al inmigrante le surgen muchas preocupaciones relacionado con problemas que sólo tienen este tipo de población. Es decir, la preocupación por no poder expresarse o que no le entiendan, la preocupación de no encontrar trabajo por su condición de extranjero, la preocupación – en caso de madres que han dejado a sus hijos en el país de origen – por aquellos hijos que están creciendo sin ella, la preocupación por mandar dinero a los familiares e intentar subsistir  con lo que les queda en el país de acogida, y muchas otras preocupaciones más que resultaría muy largo enumerar,  favorecen que aparezca una gran tensión en este tipo de pacientes y que debido a ello, por ejemplo, aparezca insomnio o dificultad para conciliar o mantener el sueño. Como dije al principio, una persona inmigrante puede sufrir de insomnio como síntoma aislado, y se le puede diagnosticar insomnio y tratar de ello, pero tanto el profesional como la persona debe estar atento al resto de sintomatología y al inmigrante en su totalidad.

  3. Somatización*: cefaleas, migrañas y fatiga: los fuertes dolores de cabeza – como expuse en el post anterior – son otra forma de expresar un malestar o una dificultad a la hora de adaptarse  y van asociados a las preocupaciones recurrentes e intrusivas que el inmigrante sufre.  Todas esas preocupaciones se acumulan tensionando los músculos de la frente y constriñendo los vasos del cerebro, creando así un dolor muy intenso. 

    Además de los dolores, el cuerpo avisa a la persona cuán mal está emocionalmente a través de la fatiga, del gran cansancio que sienten. Estar bajo la influencia de tanto estrés, con las emociones a flor de piel elaborando un duelo y sumado a las preocupaciones recurrentes e intensas en la cabeza, se comprende que el cuerpo llegue a un límite y se sienta completamente fatigado, ya que estar a la defensiva y en posición de lucha continua desgasta hasta el organismo más saludable.


    *Somatizar: convertir de forma inconsciente un trastorno psíquico en una dolencia física.

  4. Confusión*: este síntoma no es de los más frecuentes porque al hablar de transculturalidad, perdemos perspectiva sobre lo que es confusión y lo que es la realidad según esa cultura. Pero, brevemente, este síntoma aparecería en forma de dificultad a la hora de concentrarse, de recordar aspectos del pasado, de situarse geográficamente de forma acertada, o de situarse incluso temporalmente.

    Pero, además puede suceder que la confusión venga más vinculada al sentimiento de “invisibilidad” que padece el inmigrante en el país de acogida. Este hecho se refiere a que el inmigrante intenta pasar desapercibido para evitar ser detenido. Como dijo Ulises “ …. Me preguntas Cíclope cuál es mi nombre, (…) voy a decírtelo, mi nombre es Nadie, y Nadie me llaman todos…” (Odisea, Canto IX, 360). Parece bastante claro que si la persona quiere pasar desapercibida y ser invisible para evitar ciertos riesgos, es decir, se llame y sea “Nadie”,  le resultará muy complicado identificarse con una identidad (valga la redundancia), quererse a sí mismo y poder integrarse en la sociedad elegida.

    *Es importante escuchar al inmigrante globalmente, sin centrarnos en un síntoma, pues si nos centraramos en el confusional podríamos caer en diagnosticar erróneamente un trastorno psicótico
El post - cómo siempre - se ha hecho demasiado largo, pero no quería cortarlo a la mitad porque hacer eso sería volver a malentender al inmigrante y no "leerlo" en su totalidad. Se, que fui insistente en leer el todo y no sólo las partes, ya que el todo es MÁS que la suma de las partes, pero creo que es un punto muy serio y a tener en cuenta tanto los profesionales como aquellos que estén sufriendo este Síndrome.

Podéis escribirme dudas y realizar preguntas que estaré encantada de responder. También son bienvenidas otras experiencias personales, pues en este espacio hay sitio para todos.


Les adelanto que el siguiente post se centrará en los niños y adolescentes, y en su forma de expresar que suele ser ligramente diferente a la de los adultos.

Nos vemos!

2 comentarios:

  1. Como siempre, una maravilla todo lo que nos cuentas. ¡Hoy he aprendido mucho gracias a ti! Lo cierto es que al llegar a Austria me pasó un poco lo que cuentas, sobre todo con respecto a las preocupaciones... Cosas que en España me parecían tonterías aquí se me hacían un mundo, y todo porque creía que no sería capaz de expresarme igual que lo hago en castellano. Aunque he de decir que, en mi caso, esa sensación no me duró demasiado tiempo. Sí que es cierto que a veces pienso: ¡cuánto me gustaría estar en casa, allí sería más fácil conseguir esto o sabría a quién o a dónde dirigirme para ello! Pero creo que forma parte del proceso de adaptación acostumbrarse a todo eso y que, de alguna forma, enfrentarnos a ese tipo de cosas también nos hacen madurar.
    ¡No me extiendo más! Simplemente, felicitarte por lo bien que escribes y por lo claras que son tus explicaciones. ¡Sigue así! :)

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  2. Gracias por compartir tu experiencia en el blog!!! Me alegro mucho de que aprendas conmigo ;) Espero que los siguientes posts te sigan gustando tanto como este y los que has comentado ;) Si querés algun tema en especial solo tenes que decirlo !! ¡Un fuerte abrazo viajera amiga!

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